viernes, 20 de enero de 2012

Sinfonía n°6 de Tchaikovsky

La Sinfonía nº6 Op.74 en Si menor «Patética» fue compuesta entre los meses de febrero y agosto de 1893. El compositor dirigió el estreno, en San Petersburgo, el 28 de octubre de ese mismo año


El título de «Patética» no es el propio Tchaikovski; fue sugerido por su hermano y la palabra rusa que utilizó fue «patetichesky», que más significa «apasionado» o «emotivo» que «lamentable» o «patético». La obra ha provocado los comentarios más diversos, también por razones que no son estrictamente musicales, puesto que una semana después del estreno el compositor se vio llevado al suicidio por un escándalo en su vida privada. La interpretación más plausible habla de una retrospectiva autobiográfica que desemboca en un «réquiem» para sí mismo, resultante de una premonición que el compositor habría tenido de su próximo fin.
En el análisis sumario que sigue nos atenemos a la autoridad del musicólogo A. Lischké.



Como una de las sinfonías anteriores de Tchaikovski, la Quinta, también la «Patética» comienza con una introducción en tempo Adagio. El fagot expone un tema decididamente lúgubre, a partir del cual el «Allegro» inicia después una carrera anhelante. El contraste con el segundo tema es total: tocado por los violines, en modo mayor, es una de las melodías más abiertamente sentimentales que Tchaikovski haya escrito y que muere, en un largo diminuendo interrumpido bruscamente por un choque orquestal de una terrible violencia. El desarrollo, verdadera tragedia musical, alcanza varias cumbres sonoras, entre las cuales resuena en los trombones, en un momento de reflujo de la intensidad, el fragmento de un coral procedente del Réquiem ortodoxo: «Que repose entre los santos».
El segundo movimiento, «Allegro con grazia», aporta una distensión indispensable. Es un vals de una melodía suave y elegante, con la particularidad de estar escrito en un ritmo de cinco tiempos. Sin embargo, al oírlo, no sentimos en absoluto la asimetría. Se trata de un logro extraordinario de Tchaikovski. Son pocas las composiciones con cinco tiempos por compás que suenan de un modo tan natural. Esto se debe en parte a que la estructura de las frases es obstinadamente regular, como para compensar la irregularidad continua de los compases divididos en mitades desiguales (2+3). Hay una sección de trío en el medio, y también está en ritmo de 5/4. Este trío es notable por su pulso continuo sobre la nota Re en los fagotes, bajos de cuerdas y timbales.


Después del Tchaikovski angustiado ante el destino y del hombre amable y elegante, pero siempre con un fondo pesimista, al llegar al tercer movimiento estamos ante el ser de fuego que deja estallar, por última vez, su prodigiosa carga de verbo y de vitalidad. Este «scherzo» es un movimiento dionisíaco, de un impulso continuo, sin un instante de reposo y, por una única vez, con una ausencia total de contrastes. Todos los esfuerzos van dirigidos hacia una intensificación progresiva del volumen sonoro y de la escansión rítmica.


El último movimiento, «Adagio lamentoso» es el testimonio de la próxima destrucción de sí mismo, que Tchaikovski había presentido. Comienza con un tema desgarrador en los violines seguido de una respuesta que aporta un poco de recogimiento religioso. En la parte central, un segundo tema en modo mayor tiene una resignación dulce y triste; impregnado de pesar, llega hasta el paroxismo en su tensión dolorosa. La coda es introducida por un grave coral a cargo de los metales. Un recuerdo del segundo tema, en modo menor, se borra al descender hacia el extremo grave de las cuerdas; la música se hace más lenta y más baja, con lo que la sinfonía llega a un clima sonoro semejante al de la Introducción y muere, por así decir, en las profundidades de donde surgió.

Para escuchar esta obra maestra, que tanto influiría en Mahler para la composición de su Sinfonía Nº9, proponemos la que acaso es la mejor versión moderna de esta partitura. Está a cargo de la Orquesta Nacional Rusa y su titular y fundador, Mikhail Pletnev.
En este magnífico disco, imprescindible para todo el que quiera asomarse a la Patética, se acompaña la genial sinfonía de Tchaikovsky con la bella Fantasía-obertura Romeo y Julieta, del mismo compositor y por los mismos intérpretes.





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Luego de que lo escuchen, me cuentan que les parecio!
Besos y hasta la próxima 
 

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